Gran amante del Teatro No, Tajima no kami, profesor de sable del shogun, asistía a un espectáculo en el que estaba reunida la Corte. El actor más famoso de la época actuaba ese día. Tajima observaba atentamente su actuación que manifestaba un gran dominio de sí. Su concentración parecía sin fallo, sus gestos no dejaban ninguna abertura, exactamente igual que un guerrero experimentado. Desde el comienzo de la representación Tajima no le quitó el ojo de encima ni un solo instante. De pronto, el Maestro Tajima lanzó un kiai en dirección al actor, un grito discreto, pero que no pasó desapercibido... Un murmullo recorrió la asistencia. Todo el mundo se intercambiaba las miradas. El shogun mismo se volvió para conocer la procedencia de ese grito. Cuando el espectáculo hubo acabado, el shogun convocó a Tajima y le preguntó la razón de su extraña conducta. El Maestro se contentó con declarar:
- Pregunte al actor, él lo sabe.
El actor confesó efectivamente:
- El kiai surgió en el mismo momento en el que tuve un segundo de distracción producido por un cambio en el decorado.