Un samurai se presentó delante del Maestro Zen Hakuin y le preguntó:
- ¿Existen realmente el infierno y el paraíso?
- ¿Quién eres tú? -preguntó el Maestro.
- Soy el samurai...
- ¡Tú, un guerrero! -exclamó Hakuin- Pero mírate bien ¿qué señor va a querer tenerte a su servicio. ¡Pareces un mendigo!
La cólera se apoderó del samurai. Aferró su sable y lo desenvainó. Hakuin continuó:
- ¡Ah, incluso tienes un sable! Pero seguramente eres demasiado torpe para cortarme la cabeza.
Fuera de sí, el samurai levantó su sable dispuesto a golpear al Maestro. En ese momento éste le dijo:
- Aquí se abren las puertas del infierno.
Sorprendido por la seguridad tranquila del monje, el samurai envainó el sable y se inclinó respetuosamente.
- ¡Aquí se abren las puertas del paraíso!