Los 3 cerditos y el lobo feroz


Junto a sus papás, tres cerditos habían crecido alegremente en una cabaña del bosque. Y cómo ya eran mayores, sus papás decidieron que era hora de que hicieran, cada uno, su propia casa. Así fue como los tres cerditos se despidieron de sus papás, y fueron a ver cómo era el mundo.

El primer cerdito, el perezoso de la familia, decidió hacer una casa de paja. En un minuto la choza estaba hecha. Y después de cantar:

- ¿Quién teme al lobo feroz? ¡Al lobo al lobo! ♫
- ¿Quién teme al lobo feroz? ¡Nadie teme al lobo! ♫

...se relajó y se echó a dormir.

El segundo cerdito, el glotón, prefirió hacer una cabaña de madera. No tardó mucho en construirla. Y luego de cantar:

- ¿Quién teme al lobo feroz? ¡Al lobo al lobo! ♫
- ¿Quién teme al lobo feroz? ¡Nadie teme al lobo! ♫

...se echó a comer manzanas.

El tercer cerdito, muy trabajador, optó por construirse una casa de ladrillos y cemento. Pensó que tardaría más en construirla pero se sentiría más protegido. Después de un día de mucho trabajo, la casa quedó excelente, grande y acogedora. Pero ya se hacía tarde y se empezaban a oír los aullidos de un lobo en el bosque.

El lobo feroz no había comido en todo el día, así que no tardó mucho para que se acercara a las casas de los tres cerditos. Hambriento y con ganas de hacerse un festín de puerquito, el lobo se dirigió a la casa del primer chanchito y dijo:

- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa derribaré!

El cerdito asustado, taponeó la puerta con una silla y cómo no la abrió, el lobo sopló con fuerza, y derrumbó la casa de paja. El cerdito, temblando de miedo, salió corriendo y entró en la casa de madera de su hermano. Así que el lobo le siguió, y delante de la segunda casa, llamó a la puerta, y dijo:

- ¡Ábranme la puerta, chanchitos! ¡Ábranme la puerta!

Pero el segundo cerdito no la abrió, así que el lobo los engañó diciendo en voz alta:

- ¡Estos cerditos son demasiado inteligentes para mí! ¡Mejor me voy!

...e hizo ruido de pasos como si se hubiera ido. Los cerditos lo creeron y empezaron a cantar y bailar dentro de la casa de madera, y así pasaron los minutos, pero los cerditos aun no habrían la puerta. Cansado de esperar, el lobo se disfrazó entonces de oveja, fue hasta la puerta y se metió en un canasto. Luego tocó la puerta y dijo:

- Cerditos, cerditos... soy una ovejita que quedó huérfana y no tengo casa. ¿me puedo quedar con ustedes en su linda casita?

Pero los puerquitos eran muy listos y reconocieron la voz fingida del lobo feroz, así que le respondieron a la vez:

- ¡Lobo mentiroso! ¡A nosotros no nos engañas! ¡No caeremos en tus tretas!

Enojado, el lobo se quitó el disfraz y les gritó hacia adentro:

- ¡Entonces soplaré y soplaré y esta casa derribaré!

Y el lobo sopló y sopló un par de veces, y la cabaña se fue por los aires. Asustados, los dos cerditos corrieron y corrieron, escapando del lobo y se fueron a la casa de ladrillos del tercer hermano. Pero, cómo el lobo estaba decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó:

- ¡Ábranme la puerta, cerditos! ¡Ábranme la puerta o soplaré y soplaré y esta casa también derribaré!

Pero, desde adentro, se escucho una voz muy tranquila, la voz del cerdito trabajador, que le dijo:

- ¡Sopla todo lo que quieras, lobo tonto! ¡En tu vida el viento se ha llevado un ladrillo!

Entonces el lobo sopló, sopló y sopló... y siguió soplando con todas sus fuerzas, pero la casa seguía de píe y muy firme. La casa era muy fuerte y resistente y el lobo terminó quedándose casi sin aire. El lobo se cansó, pero como tenía hambre no desistió y, trepando una pared, subió al tejado de la casa y se deslizó por el hueco de la chimenea. Estaba decidido a comerse a los tres chanchitos a como diera lugar. Pero lo que él no sabía es que entre los tres cerditos pusieron al final de la chimenea, un caldero con agua hirviendo, y cuando el lobo intentó meterse, cayó por la chimenea directamente al agua caliente.

- ¡Auuuuuuuuuuuuuuuuch!

Se oyó el más largo aullido de toda la tarde. El lobo saltó como un cohete por la chimenea para afuera y fue a parar lejos en el bosque, y al caer siguió corriendo y corriendo para nunca más volver.

Y así fue como los tres hermanos cerditos, los tres valientes chanchitos, los tres simpáticos puerquitos, los tres inteligentes cochinitos, pudieron vivir tranquilamente el resto de sus vidas, ya que ese día tanto el perezoso como el glotón aprendieron el valor del trabajo bien realizado y en cosa de una semana construyeron sus propias cabañas junto a la del hermano que los había salvado.


FIN