Dedicado a la tía Mabel · Por Ethan J. Connery
Sucedió un buen día, que Sapito quiso salir a dar un paseo por el bosque para celebrar el cumpleaños de una amiga que no veía hace mucho tiempo, aunque ella ya no vivía cerca de ahí y Sapito no sabía a dónde se había ido. Pero Sapito era un "recordador", y como todo recordador, siempre se acordaba de los buenos recuerdos. Por eso, cuando era el cumpleaños de alguien muy querido, salía a pasear, sólo para recordar y celebrar.
Así que se puso su mejor traje, se calzó sus botas distinguidas, se puso su sombrero favorito, y de un salto salió afuera de su casa, que era un huequito de hojarascas entremedio de las raices de un roble.
Ahí iba Sapito, feliz, saltando y croando en dirección al arroyo, dónde muchos animalitos del bosque suelen reunirse para conversar sobre cosas importantes e interesantes. Generalmente cosas que a todo el mundo interesaba. A esa hora tan temprana el ambiente se veía luminoso y tivio a causa del Sol que se eleva en la madrugada.
─¡Que hermosa mañana para pasear! ─dijo Sapito─ ¡Y es un bello día para celebrar... croooaaak ♪♫!
Los rayos dorados se mezclaban con el verdor de aquel aromático horizonte de hierbas y matorrales que cubrían la distancia.
Asi estaba Sapito, croando de lo mejor, cuando de pronto una sombra le tapó la luz del Sol. Sapito, que era valiente pero precabido, salto directo a unas matitas de musgo verde que creacían en las raíces de un roble cercano.
La sombra era grande y parecía desconocida, así que de pura impresión, se quedó quietecito y con los ojos como platos ─como quién no quiere la cosa─ esperando a ver qué era esa sombra grande y aparentemente siniestra.
La sombra de pronto notó su presencia y se inclinó ante él, se arrodilló y se acercó lentamente para verle de cerca.
─¡¡Gardarolinclasfigundarinorry!! ─exclamó la sombra.
Sapito abrió los ojos aun más al darse cuenta que dicha sombra conocía su nombre, y que además: lo pronunciaba perfectamente.
─Croac, crooaaac ♪♫
Sapito se hizo el leso e hizo como que no sabía hablar, porque le daba cuco hablar con una sombra tan grande y "conocedora", ya que era claro que conocía su nombre º-º
─¡Siii, tu eres Gardarolinclasfigundarinorry! ─repitió la sombra─ ¡Reconocería en cualquier lugar ese "croac"!
Esto ya era demasiado para Sapito, así que decidió descubrirse ante la evidente evidencia de que la sombra le conocía. Se armó de valor y dió un saltito adelante.
─¡Está bien, está claro que sabes quién soy! Pero te digo de inmediato que tengo muchos amigos en este bosque y si pretendes comerme... ¡mis amigos me defenderán!
─¿Cómerte? ¡¡Guácala!! Claro que no se me ocurriría comerte. No soy una comesapitos, ¡y menos si el sapito es mi amigo!
Al decir esto, la sombra se sentó en el suelo, y al cambiar de posición, le llegó toda la luz del Sol en la cara. De ese modo Sapito pudo ver con claridad de quién se trataba. El rostro de Sapito cambió y esbozó una gran sonrisa, de oreja a oreja.
─¡¡Tía Mameeeeel!! ─gritó sapito entusiasmado─ ¡No puedo creer que seas tu, pero si ha pasado tanto, taaaaanto tiempo!
Sapito estaba muy feliz, y en sus ojos se notaba. Habían pasado muchos años desde que no veía a su gran amiga, "la tía Mamel".
─¡Y yo justo que salí a pasear para recordar tu cumpleaños! ─exclamó Sapito
A diferencia de los animalitos del bosque, Tía Mamel era un ser humano... ¡asi es! El único ser humano que conocía el lenguaje de los animalitos, y por eso, y porque era muy buena y le gustaba contar historias, es que todos en el bosque la querían. Pero hace varios años que se había ído para conocer otros lugares, y por eso muchos habían llegado a pensar ─con pena─ que quizá no volverían a verla.
Pero ahora estaba ahí, de vuelta en el viejo bosque y frente a Sapito que la miraba encantado.
─¡Tía Mamel, no te imaginas lo feliz que me hace verte otra vez! ¡Te hemos echado mucho de menos por aquí!
─¡Gracias, Gardarolinclasfigundarinorry! Que bueno que me hayas reconocido, a mi también me alegra mucho estar de vuelta, y también te echaba de menitos :)
─Tía Mamel, tu eres la única que me llama por mi nombre real. Aquí en el bosque todos me llaman "Sapito". Gracias por acordarte de eso... ¿cuando regresaste?
─Esta misma mañana ─le respondió Tía Mamel, con evidente ganas de contar alguna de sus aventuras en tierras lejanas─ y quise venir a tu casa para saludarte.
─¡¡Gracias, tía Mamel!! ─exclamó Sapito, y salto a las manos de su querida amiga para abrazar su dedo meñique, ya que Sapito era un sapito muy... muy pequeño.
Tía Mamel le hizo nanay en su cabecita y le dijo:
─Como llegué recién, no alcanzaré a celebrar mi cumpleaños ya que no he preparado nada, pero si vienes en la tarde a mi casa, te contaré mi viaje y recordaremos viejos tiempos, como buenos recordadores que somos.
─Claro tía Mamel, ahí estaré. ─le respondió Sapito.
─Ya, pero es un secreto: no le cuentes a nadie aun que regresé, ya que tengo toda mi casa desordenada y debo ordenar antes de recibir visitas.
─Sí, tía Mamel. ¡No le contaré a nadie, lo prometo! ─dijo Sapito.
Tía Mamel le dió un besito en su cabeza y sapito de despidió con un "crooooakkk ♪♫". Sapito vió alejarse a tía Mamel en la distancia y prosiguió su camino, saltando feliz de haber conversado nuevamente con la famosa y muy querida tía Mamel.
Iba en eso, cuando un gorrioncito se le acercó, y curioso, le preguntó:
─Hola Sapito, ¿quién era esa sombra con la que hablabas?
─¡Ajajá! Era tía Mamel que ha regresado de su largo viaje.
─¿Que regresó tía Mamel?
Sapito se dió cuenta que por hablador había faltado a su promesa y trató de arreglarla.
─Si, ¡pero es un secreto! No se lo cuentes a nadie, ¿ya?
─¿Porqué no puedo? ─preguntó el gorrión.
─Porque tía Mamel tiene su casa desordenada y además es su cumpleaños, y como llegó recién no ha preparado nada, y le daría mucha vergüenza que llegara algún amigo a su casa y encontrara todo ese desorden.
─¡Aaaah, entiendo! ─exclamó el gorrión─ Está bien, no diré nada a nadie, será nuestro secreto :)
─Gracias gorrioncito ─le respondió Sapito, y cada cual siguió su camino.
Pero pasó que conforme caminaba al arroyo, Sapito se fue encontrando con varios animalitos del bosque, y cada vez que alguno le preguntaba algo, a Sapito se le salía de que había hablado con tía Mamel y que su casa era un desorden.
─¡Pero es un secreto! No se lo cuentes a nadie, ¿ya? ─seguía diciendo Sapito, confiado en que todos los animalitos guardarían el secreto.
Y así pasó, que se encontró con una ardilla y un hamster que pasaban por ahí, después con un zorrito, luego con un pájaro carpintero, más tarde con unos ratones del campo que andaban visitando a sus familiares ratones del bosque. Y luego un buho y un cervatillo, y una cigarra y una hormiga que conversaban sobre trabajo y vacaciones. También se encontró con un lorito ¡y ese si que era peligroso, porque todo el mundo sabe lo habladores que son!
Pero algunos animalitos no se aguantaron y le contaron a otros el secreto, pero para no sentirse mal, siempre terminaban diciendo: "Pero es un secreto, así que no se lo digas a nadie".
En fin...
Para cuando Gardarolinclasfigundarinorry llegó al arroyo, ya todo el mundo ─desde Siberia hasta la Tierra del Fuego─ estaban enterados de que tía Mamel había vuelto al bosque, que era su cumpleaños, que había conversado con Sapito y que su casa estaba desordenada. Y como los rumores son cada vez más escandalosos, algunos terminaron diciendo de que en realidad lo que se estaba armando era una enorme fiesta y que todos estaban invitados "bajo palabra de secreto".
Finalmente Sapito saltó al agua del arroyo, y en ese instante emergieron a la superficie un montón de cabecitas coloradas. Eran la familia de ornitorrincos.
─Sapito, ¿es verdad que volvió tía Mamel?
─¡¿Quién les contó eso?! ─Preguntó Sapito, asombrado de que alguien además de él, conociera el secreto.
─Eeeeeeh... ¡nadie! ─respondieron los ornitorrincos, que son los únicos buenos para guardar secretos─ ¡fue una ocurrencia de nosotros no más, no nos hagas caso!
Sapito respiró aliviado, su secreto estaba a salvo º-º así que hizo caso omiso de la "casualidad" y siguió nadando por el estanque con su sombrero amarrado a sus orejas, para no perderlo.
Bueno. Sucedió entonces que ya había pasado toda la mañana, el desayuno, el almuerzo, el mediodía, y la merienda, y ya era hora de ir a visitar a tía Mamel. Así que Sapito salió del estanque, se sacudió un poquito para no llegar tan empapado de agua, y se fue a casa de tía Mamel.
Cuando llegó a la casa descubrió con asombro que estaba llena de animalitos: ahí estaban el gorrión, la ardilla, el hamster, el zorrito, el pájaro carpintero, el buho, el cervatillo, la cigarra y la hormiga, además de una enorme bandada de loros, era impresionante. Incluso habían otros animalitos que no conocía, como una jirafa, varios rinocerontes y una familia de mamuts.
Todos parecían locos, saltando y revoloteando por todos lados, la casa de tía Mamel era un caos.
─¡Tía Mamel, tía Mamel... ya llegó el organizador de la fiesta! ─comenzaron a gritar todos cuando vieron llegar a Sapito.
Sapito estaba pasmado. Sus ojos como platos y rojo de vergüenza. Era claro que nadie había guardado el secreto. Así que de puro cuco, se agazapó cuando vió salir de la casa a tía Mamel y todos los animalitos se quedaron callados.
─¡Peldón! º-º ─exclamó Sapito con humildad.
Tía Mamel lo miró bien serio un momento, pero luego sonró y finalmente comenzó a reir.
─¡Vamos, que sólo faltas tu! ─exclamó tía Mamel─ ¡Te estabamos esperando Gardarolinclasfigundarinorry!
Sapito saltó adelante, hacia el dedo meñique de tía Mamel, feliz de oir su nombre otra vez.
Y así pasó que tía Mamel lo perdonó, y en medio de un desorden descomunal que tenía toda la casa "patas para arriba", tía Mamel se sentó a relatarles a todos los animalitos del bosque las divertidas historias de su misterioso y fantástico viaje.