El Festival de la Luz de Otoño

Cuento e ilustración de Marja Lubbers

Hace mucho, mucho tiempo, cuando los gnomos y las ardillas aún correteaban por el oscuro bosque, había una noche especial al año en la que todos los animales se reunían alrededor de una gran fogata.

Aquella noche, los gnomos y elfos organizaban una fiesta de calabazas. Todas las criaturas del bosque estaban invitadas a comer, y cada una contribuía con lo suyo: las aves, asistidas por las hadas, juntaban semillas y granos, los venados reunían heno, los conejos buscaban frutos silvestres, las ardillas traían nueces, y los gnomos proveían calabazas frescas.

Los elfos, por su parte, se entregaban al arte y entonaban, con flautas mágicas, misteriosas melodías que hipnotizaban a las luciérnagas. Éstas, con sus candelas profundamente iluminadas, sucumbían ante el encanto de la música, revoloteando entre las copas de los árboles de formas sinuosas, hasta crear hermosas figuras en al aire.

Así, unos y otros se ayudaban y complementaban para alegrar el ambiente festivo, previo al gran banquete.

El delicioso y aromático festín era preparado por los gnomos. Primero, limpiaban las calabazas y su pulpa era cortada en pequeños trozos que colocaban en una gran olla sobre el fuego. Agregaban manzanas y muchas, muchas nueces, y así preparaban un guiso delicioso para todos.

Era el festival de la luz de otoño, conocida en otras comarcas como “la fiesta de las calabazas de los gnomos"; una celebración animada y agradable en donde todo el mundo —ya sea ser mágico o animal— bebía limonada; bailaban, cantaban y contaban historias junto a la fogata hasta bien entrada la noche.

En la última canción y danza, mucho más tarde, cuando ya todo invitado había comido y disfrutado hasta saciarse, el fuego comenzaba a apagarse y todos se acomodaban para dormir.

Los gnomos hacían sus camas de paja y hierba, los pajaritos se acomodaban en las ramas de los árboles, y los demás animales se acurrucaban cerca de la fogata para aprovechar la última efusión de la reunión. Así, poco a poco, el bosque entero se sumía en un profundo sueño bajo el manto de la noche.

Fin